miércoles, 22 de enero de 2014

Yashmina Shawki: “Ningún dictador es intocable cuando la sociedad se une”


Presentación "El despertar árabe, ¿sueño o pesadilla?" /A.F.
  • Autora del libro "El despertar árabe, ¿sueño o pesadilla?", publicado por la Universidad de Santiago de Compostela
¿Qué lleva a alguien a inmolarse en la calle? ¿Qué situación extrema incita a un joven a quemarse vivo y a sus conciudadanos a manifestarse para exigir que los gobernantes se marchen? ¿Por qué los habitantes de diferentes países se levantan de forma casi simultánea para exigir sus derechos, dando lugar al llamado «despertar árabe», un fenómeno tan inesperado como trascendente? ¿Qué impulsó a árabes y magrebíes, tras décadas de opresión y sufrimiento, a perder el miedo y gritar Kefaya, «basta ya»? ¿Por qué la comunidad internacional no reacciona de manera inmediata para apoyar a estas poblaciones? ¿Qué futuro se perfila para estos países y sus nuevos gobiernos? Estas y otras preguntas encuentran eco y reflexión en el libro El despertar árabe, ¿sueño o pesadilla?, que revisa los antecedentes históricos, los acontecimientos inmediatos y las causas que originaron la gran contestación social de 2011 en el norte de África y Oriente Próximo y provocaron la huida de los presidentes de Egipto y Túnez, las guerras civiles de Libia y Siria, los tímidos cambios constitucionales de Marruecos y Jordania y las manifestaciones violentamente sofocadas en Bahrein y Yemen, entre otros.

P. En el título se ha evitado el término “primavera”, ¿por qué?

R. La serie de levantamientos que tuvieron lugar en 2011, lejos de suponer una revolución con resultado de cambio, sólo fueron la manifestación de una toma de conciencia, de un “despertar” social, la puesta en marcha de una serie de reivindicaciones que todavía no han fructificado.

P. Muchos autores han analizado las causas de este despertar. Cuáles son, según usted.

R. Las causas son múltiples y de muy variada índole: económica, política, social, etc. Por mencionar algunas, destacaría el deterioro de la situación económica ya pésima en su origen, las grandes diferencias sociales, las largas dictaduras y la opresión, la falta de libertades y derechos, etc.

P. ¿Cómo valora usted la influencia de Internet en el origen de estas revoluciones?

R. Ha sido un instrumento muy útil para las convocatorias y para dar a conocer al mundo exterior lo que estaba sucediendo cuando los canales oficiales no lo permitían.

P. A su modo de ver, ¿era previsible la distinta evolución de las revueltas en los diferentes países?

R. Absolutamente. No es que fuera previsible sino que era inevitable que se produjeran avances y retrocesos y que los ajustes resultaran muy complicados, por los condicionantes propios de cada país y cada sociedad.

P. ¿Cómo valora el papel adoptado por Europa?

R. Prudente y expectante. La sorpresa paralizó a los dirigentes muy enfrascados en su propia crisis económica. Los europeos somos muy conscientes de que, gran parte de los problemas que han originado estos movimientos sociales derivan de la nefasta intervención de las antiguas potencias coloniales.

P. ¿Y el de Estados Unidos?

R. Titubeante. Tiene demasiados intereses y muy antagónicos. Sabe que si no actúa con extremo cuidado la situación puede complicarse aún más. Para muestra, el caso de las armas químicas de Siria que creó grandes expectativas de intervención y ayuda a los rebeldes y, al final se ha diluido en una maniobra política muy torpe.

P. ¿Qué esperaban (y esperan) los ciudadanos de estos países de la comunidad internacional (gobiernos y sociedad civil)?

R. Es difícil decirlo pero, creo que hay un gran resquemor. Son muy conscientes de la manipulación de la que han sido objeto y del apoyo que desde occidente se ha dado a los gobiernos dictatoriales, de los que se han librado o siguen queriendo librarse, porque garantizaban estabilidad y con ello un suministro de petróleo sin altibajos. Por otra parte, creo que también buscan cierta cooperación o guía para comenzar una nueva andadura siguiendo el ejemplo democrático occidental pero adaptado a su propia cultura y tradición.

P. ¿Se aprecia una evolución de la opinión pública de estos países?

R. Percibo una gran división. Por una parte, hay un gran desencanto por el poco progreso de las “revoluciones” algo, por otra parte, lógico cuando hay tanto cambio, por otra, un ansia por salir adelante. Algunos apuestan por tener paciencia y hacer las cosas bien, muchos sólo quieren que mejore su situación económica.

P. ¿Qué análisis hace usted de la cobertura informativa que se ha venido dando en las diferentes revueltas?

R. Obviamente, es difícil ser totalmente objetivo e imparcial pero, creo que superado el interés inmediato, el seguimiento de la evolución ha sido desigual en función de los acontecimientos. La noticia manda.

P. ¿Se pueden valorar todas las consecuencias de estos movimientos revolucionarios a día de hoy o habrá que esperar aún un tiempo más?

R. Obviamente, la historia se escribe día a día. Sólo el tiempo nos permitirá extraer algunas conclusiones porque los movimientos revolucionarios no producen cambios inmediatos sino que éstos tienen lugar de manera paulatina aunque, a veces, parezca que no.

P. ¿Cuáles son a su modo de ver los logros?

R. Dar voz a cientos de millones de personas subyugadas y demostrar que ningún dictador es intocable cuando la sociedad se une.

P. ¿Y los retrocesos?

R. Dado que las dictaduras eliminaron de manera brutal cualquier oposición política e intelectual, las organizaciones islámicas han aprovechado el “vacío de poder” para acceder a determinados gobiernos utilizando los instrumentos democráticos. Si la sociedad civil no logra construir un “aparato institucional y político” plural y sólido, se puede producir una sustitución de una dictadura militar por otra religiosa, tal y como han intentado los Hermanos Musulmanes en Egipto, por ejemplo.

P. Más allá de su trabajo como observadora y analista, personalmente, ¿cómo ha vivido este sueño?

R. Con ilusión y esperanza no exenta de gran realismo y miedo. Sabía que el entusiasmo inicial chocaría de frente con las inercias de comportamientos atávicos y taras institucionales y políticas. Sigo creyendo que si son capaces de no dejarse llevar por fanatismos lograrán salir adelante, eso sí, no sin antes pagar un alto precio, en algunos casos, en sangre.

Pie de foto. El libro se presentó anoche en el espacio UNE de la Librería Científica del CSIC. Intervinieron: Juan L. Blanco Valdés, director de Publicaciones de la USC; y la autora, Yashmina Shawki, escritora y periodista.