miércoles, 3 de mayo de 2017

Borja Lasheras: “Bosnia camina malamente hacia una UE en crisis que no sabemos si le abrirá la puerta''

El libro se presentó anoche en el espacio UNE de la Librería Documenta de Barcelona.
Intervinieron: Pere Vilanova, catedrático de Ciencia Política de la Universitat de Barcelona; y el autor.

  • Autor del libro “Bosnia en el limbo. Testimonios desde el río Drina”, publicado por Editorial UOC

Este libro es un testimonio de la Bosnia rural del valle del río Drina, que sufrió el grueso de la limpieza étnica en los 90. Partiendo de esa región aislada, de problemas inconclusos, desplazados y víctimas, y también de mujeres luchadoras y su coexistencia, es un retrato de la Bosnia moderna con su crisis social, sus activistas, su submundo alternativo y sus diplomáticos. Un país de primaveras fallidas y líderes que siguen mal gobernando sin que esa Europa hacia la que teóricamente avanza parezca poder cambiar las cosas.

P. ¿Por qué ha elegido la Bosnia rural como punto de partida para su libro?

R. Por una parte, porque es donde pasé dos años de mi vida, a principios de esta década, trabajando en el terreno en el valle del río Drina, una región al este del país, en la frontera con Serbia y Montenegro. Es una zona aislada, pero extensa, con poblaciones apartadas en valles remotos y mal comunicados a los que a menudo solo se puede acceder con 4x4. Quería por tanto contar mi experiencia y sobre todo las historias de las personas que conocí. Por otra parte, Bosnia sigue siendo un país eminentemente rural. Entender el contexto político y social en esos valles, algunos en fase de despoblación, y los problemas no resueltos tras la guerra, es importante para entender hoy el país en sí.

P. ¿Qué diferencia a la Bosnia rural de la Bosnia urbana, política o administrativa?
R. Bosnia es un país que, aunque con los ritmos y circunstancias de otros países de los Balcanes, está también expuesta a los procesos de transformación de nuestros tiempos: las tensiones sociales, el auge de la tecnología, etc. Pero en algunos ámbitos rurales se preservan ciertas costumbres culturales y sociales, a menudo ligadas al mundo agrícola, factores religiosos o familiares, que suelen enlazar con etapas anteriores del país. Por otra parte, la mayor parte de la gente joven vive lógicamente en ciudades como Sarajevo o Banja Luka, y eso se nota.

P. ¿Cómo es la Bosnia moderna?

R. Como sostengo en el libro, en cierta medida es un país en limbo: ni está exactamente en los 90, aunque el pasado y sobre todo la política de la guerra y el abuso de la memoria marcan el día a día, ni está tampoco exactamente en la misma fase que otros países europeos en el siglo XXI, aunque sí vive dinámicas propias de la globalización moderna y la era digital. Camina malamente hacia una UE en crisis que no sabemos si le abrirá la puerta de verdad, y a la vez regresan con fuerza algunas lógicas del pasado, mientras siguen mandando las élites cleptocráticas de siempre.

P. ¿Cuáles son los intereses de la nueva sociedad?
R. Esta es una pregunta demasiada amplia, entre otras cosas porque es una sociedad en gran medida segregada, con lo que hablar de intereses en su conjunto es problemático. Diría que la mayor parte de los bosnios buscan y se conforman con vivir al día a día, en unas circunstancias a menudo difíciles, sin pensar mucho en el futuro.

P. ¿Cómo vive la nueva sociedad las consecuencias de la guerra?

R. Pues depende, la verdad. Muchos bosnios, entre ellos muchos jóvenes, no tienen interés en mirar mucho al pasado y prefieren vivir al día a día, o les interesan más otras cuestiones políticas. Hay una actitud muy extendida, bilo, pa proslo: el pasado, pasado es. También hay jóvenes, de cualquier grupo nacional, que tienen una visión muy sectaria sobre la guerra, en parte por la educación y en parte por lo que viven cada día, con lo que el nacionalismo y la xenofobia están muy presentes. Otros grupos sociales, políticos y, a veces, religiosos, viven permanentemente en la lógica de la guerra y el genocidio, condicionando el país. Unos bosnios quieren olvidar, a veces demasiado, y otros no quieren olvidar nada. No ha avanzado mucho la reconciliación, aunque hay intentos.

P. ¿Qué cuestiones diría usted que se han superado en este tiempo?

R. Si se refiere a cuestiones sobre la guerra, no gran parte, por la política destructiva que he descrito. Pero también es verdad que, a pesar de todo ello, muchos bosnios buscan la normalidad y salir adelante, con lo que ves atisbos de normalidad, a menudo dependientes de amnesia y olvido, junto con muchas tensiones, en parte lógicas, en parte manipuladas e interesadas.

P. ¿Cuáles aún siguen pendientes?

R. Sentar las bases de una memoria mínimamente compartida sobre el pasado y avanzar hacia una cierta reconciliación, si es que eso es posible hoy, pues no han transcurrido tantos años. Por otra parte, la educación segregada y la hegemonía de discursos nacionalistas radicales y el revisionismo histórico contribuyen a impedirlo.

P. Usted habla de vacío y olvido en su libro. ¿Cuáles serían esos olvidos y quiénes serían los responsables?
R. En el libro hablo principalmente de dos formas de olvido. Uno es el silencio impuesto en algunas poblaciones que conocí, tras la limpieza étnica, hoy de mayoría serbia. Consiste en no hacer ningún tipo de reconocimiento sobre crímenes muy graves, como violaciones sistemáticas o matanzas, a menudo cometidos por locales. A ello, a menudo se unen la negación de tales crímenes y el revisionismo, con lo que el resultado es una especie de amnesia corrompida, no realmente olvido; de silencio y ruido cacofónico. Otra forma es un silencio voluntario, no excepcional en sociedades saliendo de tales traumas, que se traduce en que mucha gente prefiere no hablar mucho del pasado y su sufrimiento en él, aunque, en algunas condiciones, están dispuestas a hacerlo.

P. ¿Cuáles son los principales desafíos del país? ¿Y los peligros?

R. Hay de todo tipo y la respuesta requeriría una entrevista aparte. De algunos ya he hablado en otras preguntas. Añadiría uno fundamental: atender a la crisis social. Bosnia es un país del que mucha gente emigra ante la falta de perspectivas, a menudo los mismos que podrían ayudar a cambiar cosas y avanzar hacia una democracia normal. Es un país que depende enormemente de asistencia internacional, que a menudo permite la subsistencia del mismo sistema oligárquico y clientelista que impide el progreso y que vive de la política de tensiones nacionalistas. Pero también existe otro desafío clave, relacionado: que muchos bosnios superen su apatía y pasividad política, si realmente quieren algo mejor. Por no hablar de que, en efecto, el país se rompa en los años próximos con la independencia de la Republika Sprska, con consecuencias imprevisibles, la verdad.