jueves, 19 de mayo de 2016

Sánchez Caro: “La Casa de Santiago en Jerusalén reivindica el trabajo callado pero eficaz de los investigadores por hacer presente la cultura española en Tierra Santa”

José Manuel Sánchez Caro (i), Carolina Aznar Sánchez (c) y Francisco-Eustaquio Barrado  (d)

  • Entrevista a José Manuel Sánchez Caro, autor de "La Casa de Santiago en Jerusalén: El instituto español bíblico y arqueológico en Tierra Santa", publicado por la por la Universidad Pontificia de Salamanca.
Este libro, publicado en coedición con Verbo Divino y BAC, recoge los testimonios autorizados de quienes llevaron a cabo la creación y mantenimiento de la Casa de Santiago en Jerusalén, el centro religioso y académico dedicado a la investigación bíblica, perteneciente a la Conferencia Episcopal Española, y puesto bajo la alta dirección de la Universidad Pontificia de Salamanca. En él se recogen y documentan tanto sus orígenes como su trayectoria a lo largo de los sesenta años que lleva de vida. Leer sus páginas es adentrarse en una obra que supo siempre aunar la investigación científica, el amor a la Iglesia y la clara pertenencia a España. Durante la charla se relatarán las actividades que La Casa de Santiago lleva a cabo en Jerusalén haciendo presente a España en la zona.


P. ¿Cómo y por qué se crea La Casa de Santiago en Jerusalén?
R. Nace en respuesta a un doble desafío: la necesidad de poner al día los estudios bíblicos en España, y la conveniencia de participar junto con otras grandes escuelas internacionales, como la Palestine Exploration Fund, la American School of Archeology o la École Biblique et Arquéologique Française, en el estudio de la cultura y las lenguas del Medio Oriente. De aquí la doble exigencia: que sus participantes tengan ya una formación universitaria suficiente, y que desde el primer momento la arqueología forme parte integrante de su proyecto. Quien vio con claridad la necesidad de este proyecto fue un sacerdote gallego, Maximino Romero de Lema, que estaba al frente de la Iglesia Nacional de Santiago y Montserrat en Roma, durante los años cincuenta del siglo pasado. Allí había hecho posible el Centro Español de Estudios Eclesiásticos, centro de investigación sobre la historia de la Iglesia en España; en Jerusalén, el año 1955 ponía la primera piedra simbólica de una empresa de investigación dedicada al estudio de la Biblia, la filología semítica y la arqueología del Medio Oriente.


P. Tras sesenta años de funcionamiento, ¿diría que los objetivos fundacionales se han cumplido?
R. Teniendo en cuenta los medios de que la institución ha contado durante estos años, debo responder que se han cumplido en lo sustancial. En primer lugar, porque, si se repasa la lista de residentes durante estos año, algo más de doscientos, descubrimos que la gran mayoría de los especialistas españoles de primera fila en estudios bíblicos han sido residentes de la Casa. Los estudios pioneros sobre los conocidos manuscritos de Qumran, fueron miembros de la Casa de Santiago; y los mejores especialistas en este campo, internacionalmente reconocidos y editores de estos documentos, son también miembros activos. En cuanto a la actividad arqueológica, las excavaciones en Jordania y el actual Israel, llevadas a cabo por miembros de la Casa de Santiago y con su patrocinio, forman un arco de continuidad desde los primeros años sesenta hasta hoy, prácticamente sin interrupción, componiendo ya un rico conjunto de publicaciones de notable interés.


P. ¿De qué modo la guerra ha influido en el funcionamiento de la institución?
R. Una institución que tiene su sede en Jerusalén, por más académica que sea, participa inevitablemente de la historia de su ciudad de residencia. Si tenemos en cuenta que durante estos años, desde 1955 hasta hoy, se han vivido en la ciudad de manera más o menos directa, los resultados de cuatro guerras y dos intifadas (levantamiento ciudadano palestino contra Israel), es inevitable que ello haya dejado sus huellas en la vida de la Casa. Basta leer la crónica del primer director, el sacerdote valenciano Vicente Vilar, para revivir lo que ello supuso: cursos que no pudieron empezarse, balas que silbaban en el entorno del primer inmueble que ocupó nuestra institución, el cual se hallaba precisamente en la “tierra de nadie”, entre Israel y Jordania, hasta la guerra de 1967, dependencia política primero de Jordania, después de Israel, cambios de casa en la misma ciudad, años en que la Casa hubo de acogerse a la hospitalidad de los padres dominicos de la Escuela Bíblica francesa de jerusalén, dificultades de los estudiantes para trasladarse a sus centros y bibliotecas de estudio en los años más recientes ... Guerra y avatares ciudadanos de Jerusalén forman parte de la misma historia de la Casa de Santiago. Pero eso no ha sido obstáculo para que nuestra institución siguiera en su lugar y tenga vocación de permanencia, como ha escrito el cardenal arzobispo Ricardo Blázquez en el prólogo al libro sobre esta institución. Afortunadamente, la vinculación desde 1975 a una entidad académica como la Universidad Pontificia de Salamanca le confirió estabilidad y respaldo institucional, que han hecho posible la continuidad de la tarea y permiten confiar en que seguirá siendo así.


P. ¿Ha evolucionado la misión de La Casa en la ciudad y la zona durante todo este tiempo?
R. La evolución es consustancial con los seres vivos, y la Casa de Santiago lo es. Los comienzos, como institución independiente, casi sin fuentes de financiación y dependiendo de las gestiones de una persona, de su promotor Maximino Romero de Lema, fueron difíciles y casi “heroicos”, por utilizar el adjetivo usado por su primer historiador. Además, en sus orígenes la Casa nace preferentemente como un servicio a los sacerdotes diocesano españoles e hispano-americanos, que no contaban con muchas posibilidades para estudiar en Jerusalén. Por otro lado, la dependencia de la autoridad jordana hasta 1967 imponía un estilo de trabajo diferente del que hoy se lleva a cabo, bajo la autoridad del estado de Israel. Además, a lo largo de estos años, la Casa ha ido abriendo sus puertas, y hoy acoge no sólo a sacerdotes diocesanos, sino también a profesores especialistas en algún campo de los estudios bíblicos, y a estudiosos de la Biblia y arqueólogos, sean sacerdotes o laicos, hombres o mujeres. Abre también sus puertas a otras disciplinas, por ejemplo a estudiosos del mundo del periodismo, que llevan a cabo indagaciones sobre algún aspecto de la vida en el actual Israel. La Casa de Santiago, además, está en contacto directo con el Patriarcado Latino de Jerusalén, con el Consulado General de España en Jerusalén, con la Custodia de Tierra Santa, con las instituciones académicas de la ciudad y, en general, con el ambiente cultural, religioso y humano que de manera tan variada y tan rica se desenvuelve en Jerusalén y en todo Israel.


P. ¿Cuál es su papel hoy y cómo podría evolucionar éste en el futuro?
R. En líneas generales, el mismo que se perfiló ya en sus orígenes: favorecer la especialización en estudios bíblicos y hacer posible la investigación arqueológica en esta tierra, tan pequeña geográficamente, pero tan inmensamente rica en historia. Este objetivo fundamental, que es el que justifica la existencia de esta institución, se ha ido desarrollando de diversas maneras a lo largo de los últimos sesenta años. Hoy, entre otras cosas, la Casa ofrece becas de estancias breves para llevar a cabo trabajos de investigación, estancia más amplias para estudios de doctorado en los centros académicos de la ciudad, patrocinio y ayuda para excavaciones arqueológicas, y colaboración con universidades españolas e hispano-americanas, para completar la formación de sus estudiantes en estos campos, mediante estancias guiadas por profesores, que facilitan el estudio del mundo bíblico y medio-oriental sobre el terreno. En este último campo existen en este momento iniciativas de especial interés. Esta es una iniciativa con mucho futuro y que, por tanto, intentaremos fomentar. Junto a esto, que lo sustancial, la Casa de Santiago en colaboración con la Conferencia Episcopal Española estudia la recuperación de cursos de formación bíblica sobre el terreno para sacerdotes diocesanos, catequistas y profesores de religión. Por otra parte, está en marcha el proyecto de ampliar la biblioteca, dedicada a estudios bíblicos, semíticos y arqueológicos del Medio Oriente, con títulos preferentemente en lenguas españolas, puestos a disposición de la comunidad intelectual y académica de Jerusalén. El hecho de que la Biblioteca de la Casa, hoy Instituto Español Bíblico y Arqueológico, haya sido plenamente informatizada, pueda consultarse en la página web de la Biblioteca de la Universidad Pontificia de Salamanca, y esté bajo la tutela de su Biblioteca General es, sin duda, una de las iniciativas de más largo futuro y con más posibilidades de diálogo intercultural a medio plazo.


P. En cuánto a las investigaciones bíblicas realizadas durante este período, ¿qué trabajos destacaría?
R. No es fácil responder a esta cuestión, ya que la mayoría de las publicaciones de los residentes en la Casa de Santiago se llevan a cabo fuera del ámbito de esta institución. Pero, por hacer una aportación general, digamos que el primer trabajo serio sobre los documentos de Qumran lo escribió Antonio González Lamadrid ya en 1956; el editor en España de la conocida Biblia de Jerusalén, José Ángel Ubieta, fue el primer residente en la Casa de Santiago; editores oficiales de los documentos de Qumran y profesores en prestigiosas universidades como Florentino García (Lovaina) y Julio Trebolle (Complutense de Madrid), están ligados muy profundamente a la Casa; y lo mismo sucede con otros de los conocidos especialistas españoles, como Rafael Aguirre (bien conocido por sus trabajos sobre orígenes del cristianismo), Miguel Pérez (filólogo semítico internacionalmente reconocido y fundador de la prestigiosa biblioteca midrásica), y muchos otros, que el lector curioso podrá conocer en la publicación sobre la Casa de Santiago en Jerusalén.


P. ¿Y en las excavaciones arqueológicas?
R. Las excavaciones arqueológicas son la corona y el orgullo de la Casa de Santiago. Su primer director, Vicente Vilar, sacerdote valenciano, inauguró las crónicas arqueológicas en Tierra Santa, que se publicaron en revistas especializadas; Joaquín González Echegaray, arqueólogo santanderino bien conocido, llevó a cabo las excavaciones de El Khian, enclave prehistórico, cuyo descubrimiento dio lugar al reconocimiento de un nuevo periodo cultural arqueológico; Emilio Olávarri, entre otras cosas, fue decisivo en las excavaciones de la ciudadela de Amman; el dominico asturiano Juan Fernández Tresguerres descubrió un inmenso poblado neolítico en Jebel Mutawwaq, Jordania; el agustino leonés Florentino Díaz ha hecho interesantes excavaciones en el Santo Sepulcro y en los alrededores del santuario del Galli Cantu en Jerusalén, además de publicar una excelente guia de Tierra Santa; Lola Herrera, con Jacqueline Balensi dirigió las excavaciones de Tell Abu Hawan (Haifa), donde descubrieron una ciudad fenicia del período del bronce reciente (ca. 1300); la madrileña Carolina Aznar lleva a cabo las excavaciones de Tel Regev (cerca de Haifa), donde ha realizado ya cinco campañas. Esta es una rápida enumeraciones de la participación de la Casa de Santiago en el mundo inmenso e inagotable de la arqueología del Medio Oriente, especialmente en nuestro caso, de las tierras de la Biblia.


P. ¿En qué proyectos de investigación están trabajando en la actualidad?
R. En este momento son varios los objetivos de trabajo. Desde el punto de vista de la docencia y la formación de investigadores, el área de Biblia de la Facultad de Teología de la UPSA está llevando a cabo la realización de cursos bíblico-arqueológicos en Jerusalén para posgraduados de varias universidades españolas e hispano-americanas. El profesorado estará formado por miembros de estas universidades y miembros de los centros académicos existentes en Jerusalén. Se trabaja también en la ampliación de la biblioteca especializada en lenguas españolas, con el fin de hacerla más útil a los investigadores que visitan nuestra Casa y a los que trabajan en otros centros académicos y de investigación de Jerusalén; en este proyecto trabaja con la Casa de Santiago el área de Biblia de la UPSA y su biblioteca general. Están también avanzadas las gestiones para realizar al menos un curso anual específico para sacerdotes diocesanos españoles e hispano-americanos. Y se continúa con la oferta de becas para investigadores que quieran hacer una estancia de trabajo en Jerusalén. Desde el punto de vista arqueológico, el objetivo es la publicación del informe de las excavaciones en Tel Regev, con el fin de poder continuar el trabajo en este yacimiento con nuevas campañas en colaboración con varias universidades españolas y la universidad israelí de Haifa.


P. ¿Era necesario este libro?
R. Era muy conveniente. En primer lugar, para que se conozca en España la labor y la oferta de investigación de la Casa de Santiago. Además, es un modo de mostrar a los patrocinadores de esta institución el trabajo hecho, las metas conseguidas y las tareas en curso, especialmente a la Conferencia Episcopal Española, a la UPSA y a las entidades académicas de lenguas españolas, sin olvidar la necesaria razón pública de ser ante instituciones que colaboran con la Casa de Santiago, como la Obra Pía de los Santos Lugares de Jerusalén, perteneciente a la extensión cultural del Ministerio de Asuntos Exteriores, y gestionada en nuestro caso mediante el Consulado General de España en Jerusalén. Pero, además, era muy necesario en el mismo Jerusalén, como medio de dar a conocer la tarea, la finalidad y el trabajo de la Casa de Santiago en el ámbito en que se desarrolla y vive. Por eso, precisamente, una parte de la obra se ha presentado traducida también al inglés, lengua normal de intercambio entre la colonia internacional de Jerusalén y de Tierra Santa.


P. ¿Qué aporta la obra a la historia del propio Instituto?
R. Esta obra, sin ser todavía una historia acabada de la institución, presenta de manera coherente y organizada el testimonio directo de sus fundadores y primeros residentes, obtenido con visión de futuro por quien es su editor. Ofrece además un primer esbozo de la historia de los sesenta primeros años de la Casa, elaborada por un historiador a partir de los datos conservados en su rico archivo. Y da, por primera vez, los nombres de todos sus directores y de los residentes en la Casa, organizados por años. Repasar estos nombres es contemplar, como si fuera a vista de pájaro, el panorama de la más rica investigación bíblica y arqueológica española e hispano-americana, con lo cual reivindica la Casa de su Santiago su puesto en la historia de la investigación bíblica española. Leer las páginas, bellamente editadas por la Editorial Verbo Divino, en colaboración con el Servicio de Publicaciones de la UPSA y la conocida y prestigiosa editorial BAC de la Conferencia Episcopal Española, es leer un capítulo apasionante de la presencia de la Iglesia en Tierra Santa y del trabajo callado pero eficaz de tantos investigadores por hacer presente la cultura española en un lugar tan significativo y central como es Jerusalén, ciudad santa de las tres religiones monoteístas y vivo cruce de lenguas y culturas de oriente y occidente.


La conferencia se celebró anoche en el marco de las actividades que bajo el título “Descubriendo tesoros de la Universidad Pontificia de Salamanca: arte, Biblia y arqueología”, se están celebrando del 9 al 20 de mayo, en el espacio UNE de Librería del BOE. En la imagen superior: el que fuera rector de la UPSA José Manuel Sánchez Caro, editor y director durante varios años de la institución (i); Carolina Aznar Sánchez, arqueóloga que ha participado en varias investigaciones en Jerusalén (c); y Francisco-Eustaquio Barrado (d), director actual de la Casa de Santiago en Jerusalén y del Instituto Español Bíblico y Arqueológico de Jerusalén (IEBA). Asistió al acto también Alberto Pedrero, director de Publicaciones de la UPSA.