martes, 3 de junio de 2014

María Pérez Ruiz: “La llegada de los romanos a la Península Ibérica generalizó la práctica del culto doméstico”


Presentación "Al amparo de los lares" / A. F.

  • Autora del libro Al amparo de los lares. El culto doméstico en las provincias romanas bética y tarraconense, coeditado por el CSIC y la Universidad Autónoma de Madrid.


P. ¿Qué es el culto doméstico? ¿Cómo se ejercía?

R. El culto doméstico en época romana era un conjunto de manifestaciones de piedad realizadas en el ámbito de la casa, urbana o rural, por parte de la familia y destinadas a cumplir con los ritos preceptivos a las divinidades tutelares del hogar y a obtener su protección y mostrarles gratitud. No tenemos un excesivo grado de detalle sobre cómo y cuándo se desarrollaban estos ritos, aunque sabemos que se pueden dividir en tres grupos: los que se desarrollaban de forma cotidiana, con una periodicidad variable; las festividades del calendario en las que la familia tenía un papel destacado; y las celebraciones familiares, como los cumpleaños, las bodas o el paso de los hijos a la edad adulta. En todas estas ocasiones, los dioses domésticos recibían ofrendas que podían ir de flores frescas y libaciones a sacrificios de pequeños animales domésticos.



P. ¿El culto doméstico es anterior al culto público en la historia del hombre?

R. Es arriesgado dar una respuesta generalizada para cualquier grupo humano. En general, las creencias individuales y familiares, originalmente más espontáneas y que se orientan a buscar protección y respuestas ante anhelos y preocupaciones atávicas, surgen antes que la religión pública, que es en ocasiones una sistematización y una generalización estructurada para el conjunto de la sociedad de lo que se venera en privado. Así ocurre especialmente en el mundo romano, donde además el grupo familiar es anterior y es la base de la comunidad cívica.



P. ¿En qué ha consistido su investigación, que ahora ve la luz en este libro?

R. A grandes rasgos, en la caracterización del culto doméstico existente en las provincias Bética y Tarraconense en época romana, en su análisis y su interpretación, partiendo de las dos bases culturales que a priori se consideraba que tenía: el culto doméstico traído por los romanos y los ya existentes en la península antes de su llegada.



P. ¿Cuál era el objetivo?

R. El objetivo era conocer si de verdad ése era un tipo de culto generalizado en la Hispania romana y, en caso afirmativo, cómo era, cómo se siguió el culto doméstico romano y qué tradiciones propias se perpetuaron, qué peculiaridades tenía.



P. ¿Cuáles son las principales conclusiones a las que ha llegado?

R. El culto doméstico estaba extendido por todo el territorio estudiado y existió en todo el arco de tiempo analizado. Como ocurre en otras zonas del mundo romano, fue evolucionando con el tiempo fruto de su dilatada existencia. En los primeros siglos de presencia romana en Hispania, coincidiendo con el período republicano, es relativamente frecuente encontrar testimonios de una religión doméstica híbrida con tradiciones de distinto origen que conviven, incluso en el mismo espacio. Coincidiendo con el cambio de Era los testimonios arqueológicos y las divinidades documentadas pasan a responder en su gran mayoría a la tradición romana, pero la lectura atenta de estos testimonios demuestra que ideas muy extendidas y arraigadas en las creencias locales antes de la llegada de los romanos continúan subyaciendo en estas formas romanas, creando una realidad religiosa híbrida en el ámbito de la casa.



P. Usted aborda el estudio de la romanización de Hispania desde un punto de vista novedoso (las creencias privadas). ¿Qué le lleva a adoptar esa perspectiva?


R. El concepto de romanización lleva ya décadas en revisión, entendiendo por ello un proceso no de obliteración de las culturas preexistentes por la romana, sino de hibridismo, como ha demostrado el estudio de diversas facetas de la sociedad hispanorromana. Una de las que ha dado resultados más interesantes es la de las costumbres y los ritos funerarios, en lo cual parece influir especialmente su dimensión privada. Por ello, cabía esperar que el culto doméstico, asociado también a esta dimensión, ofreciera información valiosa para la caracterización de esta sociedad hispanorromana híbrida, a lo que se unía que era un campo de investigación no tratado en profundidad hasta el momento.



P. ¿Esta nueva perspectiva de estudio ha permitido obtener datos hasta ahora desconocidos sobre la romanización?

R. Ha venido a completar, de la misma forma que lo hace el avance en otros campos, el cuadro complejo que fue la sociedad hispanorromana. Ahora sabemos que el aporte romano generalizó la práctica de un ritual doméstico que existía pero no estaba, aparentemente, tan extendida antes de su llegada. Sabemos que, como en otros ámbitos de la sociedad hispanorromana y como cabía esperar, se produjo una coexistencia y una mezcla de tradiciones, que en función de la bondad de los testimonios somos capaces de matizar con mayor o menor detalle. Sabemos, en definitiva, que los hispanos tenían unas tradiciones religiosas privadas similares al conjunto del mundo romano, pero con componentes que les daban una cierta peculiaridad a nivel regional o local, como por otro lado se ha demostrado también que ocurrió en otras provinciae.



P. ¿Cuestiona este trabajo la romanización en lo que se refiere a la esfera privada?


R. El objetivo no era cuestionar sino precisamente caracterizar esa “romanización” en lo que a culto doméstico se refiere, algo escasamente conocido hasta el momento. Se ha pretendido también contribuir al mejor conocimiento de la religiosidad doméstica en el conjunto del mundo romano, aportando la pieza de la Hispania romana (al menos de la Bética y la Tarraconense) a un puzzle en el que cada vez se tienen más datos y se va conociendo una riqueza de matices que completa la visión tradicional que nos daban los testimonios paradigmáticos de Pompeya y Herculano.



P. ¿El culto público y el privado fueron complementarios siempre en la época de la romanización o estuvieron en contradicción en algún momento?

R. Los cultos público y privado no respondieron siempre a los mismos intereses, por lo que no siempre fueron complementarios. El culto público, o al menos algunos cultos, venían impuestos desde arriba como forma de cohesionar la sociedad en torno a un conjunto de valores e ideas útiles a los fines romanos. En el ámbito de la casa la libertad era mayor, por lo que la complementariedad o la divergencia con el culto público respondían a intereses más personales.



P. ¿Qué nuevas vías de estudio abre su trabajo?

R. Quedan por abordar diversas cuestiones, como recojo también en el libro. La primera de ellas es realizar un estudio similar para la Lusitania. Queda también pendiente analizar de forma detallada la relación entre los cultos de la casa y las tradiciones funerarias, ambos parte de la misma esfera religiosa privada. Otro aspecto relevante y poco tratado en el libro es el papel jugado por el culto doméstico ante el avance del Cristianismo, pues no en vano fue una de las manifestaciones religiosas paganas más longevas. Éstas son sólo algunas cuestiones, pero lo bueno de la investigación es que suele abrir más caminos de los que da por concluidos, y estos son también revisables.



P. Dígame, cuáles eran los dioses protectores del hogar más comunes y cuáles sus funciones.

R. Los más comunes eran los Lares, los Penates, el Genius, Vesta y los antepasados, estos últimos espíritus más que dioses. A grandes rasgos, los Lares eran los protectores de la casa como morada de la familia; los Penates se ocupaban de proteger los medios de la subsistencia familiar; el Genius era un alter ego de toda persona, algo así como su espíritu, su fuerza generadora y su protector personal; Vesta era el fuego del hogar, el símbolo de la casa, de la familia y de su perpetuación en el tiempo; los antepasados protegían a la familia y eran parte de su identidad, pero era necesario venerarlos adecuadamente para contar con su favor.



P. ¿Permanece algún indicio de aquellas prácticas en nuestra sociedad actual?

R. Era tradición hace no mucho tiempo y en algunos pueblos lo sigue siendo tener unas capillitas portátiles que se pasaban de casa en casa, venerándose en cada una durante un tiempo. Tampoco es infrecuente encontrar casas en las que la imagen del santo más querido por la familia o por alguno de sus miembros preside la cocina, por ejemplo, y se le enciende una vela cuando se le quiere pedir algo. Tener especial devoción por un santo, una virgen o un cristo concretos son formas de redimensionar la religión al nivel cotidiano y personal, poniendo a cargo de esa figura los anhelos y las preocupaciones y, en este sentido, las creencias y las necesidades atávicas que mueven a ello no han cambiado desde los tiempos antiguos.

Pie de foto. El libro se presentó el jueves 29 de mayo, en el espacio UNE de la Librería Científica del CSIC. Intervinieron (de izqda. a dcha.): Ramón B. Rodríguez, director de Editorial CSIC; Manuel Bendala, catedrático de Arqueología jubilado de la Universidad Autónoma de Madrid; María Pérez Ruiz, doctora en Arqueología por la Universidad Autónoma de Madrid y autora del libro; Isabel Rodà de Llanza, catedrática de Arqueología de la Universidad Autónoma de Barcelona; Lorenzo Abad Casal, catedrático de Arqueología de la Universidad de Alicante; y Juan Manuel Guillem Mesado, director de Publicaciones de la Universidad Autónoma de Madrid.